Río loco, de Javier de Isusi

agosto 5, 2009 at 1:20 pm (Astiberri, Aventuras, Viajes)

rio loco
Río loco
es la tercera entrega de la saga Los viajes de Juan Sin Tierra, obra de Javier de Isusi, un joven arquitecto bilbaíno que después de recorrer Latinoamérica durante un año decidió dedicarse a escribir y dibujar cómics a partir de las experiencias que vivió y del conocimiento que adquirió allí.
En este nuevo volumen Vasco, protagonista de la serie y nueva encarnación de la figura clásica del aventurero, que bien podría ser comparado con el célebre Corto Maltés (aun así, sigo en mis trece de ver mucha más sustancia y coherencia en aquél que en la creación de Hugo Pratt), continúa la búsqueda de su amigo Juan, quien desapareciera varios años atrás en Latinoamérica.
Río loco es un tomo que vendría a desmarcarse de lo que habíamos podido leer en las dos entregas previas, La pipa de Marcos y La isla de Nunca Jamás. Si en los dos primeros volúmenes Javier de Isusi complementaba la temática de aventuras con un enfoque político, social, económico y cultural evidente y ampliamente documentado, Río loco se centra más en el primer aspecto, y concretamente en el origen de la búsqueda emprendida por Vasco, que sirve para profundizar en aspectos personales hasta el momento desconocidos, y abordar el tema de la identidad que adquiere una significación especial y al que se pone en relación con conceptos cosmogónicos de la cultura indígena local. Al mismo tiempo el lector conocerá más sobre Juan, el amigo desaparecido de Vasco, personaje que poco a poco ha ido perdiendo cierta aureola “mítica”, un proceso desmitificador a la par que realista que obedece al enfoque con que Javier Isusi ha tratado los diversos temas que han ido apareciendo a lo largo de esta interesante saga en cómic.
Si concretamos un poco más, Río loco comienza en Ecuador para pasar luego por Peru y finalizar en el corazón de la selva amazónica, un escenario que Isusi aprovecha para presentar a los Pueblos Indígenas no contactados así como para plantear el tema del Dorado, que entroncaría con dos ideas: Por un lado la del mito y por otra la del viaje como búsqueda.
Ha de reconocerse que la obra de Juan Sin Tierra constituye una obra atípica dentro de la producción comiquera nacional por el escenario en el que se desarrolla la acción, por mucho que aparentemente se amolde a la manida y quizás anticuada categoría que en los ochenta servía para clasificar aquellos cómics donde la temática de aventuras era la protagonista indiscutible, la llamada línea clara. Pero la superación de esta etiqueta en Isusi no deja lugar a dudas, pues en sus tebeos se constata una voluntad por dar a conocer las situaciones que se viven en esos países, proporcionando información fidedigna y de primera mano, algo que no sólo se desprende del cómic en sí, sino también de los artículos que, a modo de ensayo, se incluyen en las últimas páginas de cada tomo y que vienen a contextualizar lo leído con anterioridad.
Javier de Isusi no ha perdido un ápice de su habilidad como narrador en esta nueva entrega, con su estilo entre realista y caricaturesco, sencillo y expresivo, pero con el que consigue caracterizar a la perfección personajes y escenarios, al tiempo que elabora un convincente cuadro de la realidad latinoamericana.

Para saber más:

La Isla de Nunca Jamás, del mismo autor

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Scalped: The Gravel in your Guts

julio 29, 2009 at 3:50 pm (DC, Noir, Vertigo)

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Scalped es la serie. Nadie que se declare fan del noir puede perdérsela. Ni nadie que disfrute con series como The Wire o Los Soprano. Ya lo dejé escrito aquí después de leer ávidamente los tres primeros TPBs yankis, y ahora, devorado el cuarto, no puedo sino volver a insistir en ello.
The Gravel in your Guts, título del cuarto TPB USA, todavía inédito en castellano, confirma el buen hacer de Jason Aaron al guión en una historia donde se contraponen dos voluntades, dos personajes en busca de principios tan dispares como la redención y la condenación. Y detrás de ellos una cruda realidad que les espolea en una carrera irremediablemente condenada al fracaso desde el pistoletazo de salida. Porque The Gravel in your Guts es una historia de fracaso que a buen seguro no os dejará impasibles.
Aquí Jason desvía la atención del que hasta ahora se había erigido como protagonista de la serie, Dash Bad Horse, para centrarse en el veterano Red Crow y el joven Dino Poor Bear, en una trama paralela donde el principal objetivo del guionista es profundizar en la caracterización de ambos personajes, aunque sin descuidar aspectos planteados previamente y que vienen a despejar algunas incógnitas.
En el aspecto gráfico R.M.Guéra vuelve a captar a la perfección el tono sórdido de la serie, con su estilo realista y de tintas cargadas, complementándose con el más que correcto trabajo de Davide Furnò, encargado de dibujar la historia que precede a la que da título al tomo, The Boudoir Stomp.
Lo dicho. Quedaos con este título. Dará que hablar. ¿Para cuándo una serie de la HBO?

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Evenfall, de Pete Stathis

julio 24, 2009 at 12:15 pm (Aventuras, Blue Feather Press)

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El deseo de huir de la realidad está implícito en el género fantástico. A veces la escapada viene propiciada por un evidente sentimiento de insatisfacción respecto a nuestra realidad, que puede presentar muchos matices y cuyas causas pueden ser múltiples. Contemplad el ejemplo de Sebastian, el protagonista de La historia interminable, que acaba yendo a parar a un mundo de fantasía desde una realidad definida por la tristeza en que le ha sumido la reciente muerte de su madre y el acoso que sufre en la escuela. Sirva ésto para ilustrar el caso del cómic que tengo entre manos, Evenfall, que guarda ciertas similitudes con el famoso libro de Michael Ende, aunque lo cierto es que ambas obras desarrollan un tema que ha acompañado al hombre desde que éste pasó a ser consciente de su situación y adquirió la capacidad de imaginar.
Evenfall es una serie poco conocida. Su autor, Pete Stathis, ha visto publicados dos tomos en Blue Feather Press, editorial cuya existencia desconocía y que a tenor de la poca información disponible en internet bien pudiera haber sido creada por el propio Pete para auto-editarse.
La protagonista de Evenfall es Phoebe Shankar, una joven que perdió a su madre hace nueve meses después de que un cáncer acabara con su vida. La vida de Phoebe no es fácil: No se ha recuperado de su pérdida; no le gusta su trabajo, que consiste en llevar a cabo diversas chapucillas de mantenimiento en fincas de vecinos; su vida sentimental se resiente de traumas que ha arrastrado toda su vida y que a menudo trata de mitigar con alcohol… Hasta que un día Phoebe empieza a ver y sentir cosas que le llevan a tener serios problemas para diferenciar sueño de realidad. Creyendo que todo podría solucionarse enfrentando a sus demonios particulares, algo que en su opinión pasa necesariamente por plantar cara a un turbio pasado de maltratos físicos dispensados por su madre, Phoebe acude a la tumba donde reposan sus restos. Y allí se ve arrastrada a otra realidad, un mundo de fantasía donde ella es presa de los secuaces del misterioso y cruel Rey Serpiente, que gobierna con puño de hierro en dichas tierras. Pero pronto su huida acabará convirtiéndose en una lucha por la supervivencia a la par que búsqueda de carácter existencial en tanto que tratará de arrojar un poco de luz y sentido a la que hasta el momento ha sido su vida.
Por lo comentado hasta ahora puede deducirse fácilmente que Evenfall es una serie que mezcla drama con aventura de corte fantástico. Aquí fantasía y realidad son elementos que el autor concibe como complementarios y que se hallan en evidente equilibrio.
A pesar de que la serie obedece a una concepción que no puede calificarse ni mucho menos como original sí que se le ha de reconocer que destaca entre toda la marabunta de títulos que salen a la luz cada mes en el mercado independiente norteamericano en tanto que ofrece un cómic de aventuras, entendidas éstas desde un punto de vista clásico que no está reñido con una evidente actualidad, cuyo resultado final es más que digno. Esta impresión final viene completada por una compleja caracterización de la protagonista, cuyo carisma es indiscutible, y la formulación de incógnitas que poco a poco es de esperar que se vayan desvelando, lo cual actúa de estímulo en la lectura, si bien en este aspecto hay que reconocer que el ritmo es irregular y llega a empantanarse un poco en el segundo volumen en alguna escena con la inclusión de largos textos de apoyo introspectivos. Aun así he de reconocer que tengo muchas ganas de leer el tercer y último volumen que cerrará la serie.
En el aspecto gráfico Pete Stathis evoluciona de forma palpable desde un estilo que tiene bastante de fanzine nada más comenzar el primer volumen a otro que pone en evidencia su solvencia narrativa.
En resumidas cuentas, una propuesta muy interesante que debería servir para que el lector europeo de comic norteamericano se planteara prestar un poco más de atención a los autores e iniciativas independientes dentro de un mercado donde los gigantes editoriales son quienes generalmente se llevan el gato al agua, y no siempre de forma merecida.

Para saber más:
– La página oficial del autor.
– Páginas de muestra de Evenfall : 1 2
– Evenfall resta inédita en nuestro país.

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Loveless, de Brian Azzarello

julio 21, 2009 at 12:18 am (DC, Planeta, Vertigo, Western)

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¿Por qué será que la mayor parte de ejemplos de cómics adscribibles al género del Western que consigo recordar son europeos? ¿No lo encontráis paradójico, habida cuenta de que el género tiene sus raices en Estados Unidos? De hecho, y haciendo un pequeño ejercicio de memoria (y éso en mi caso es indicador de escasa fiabilidad) ahora mismo sólo me viene a la cabeza otro ejemplo actual de una serie yanki que podríamos encuadrar dentro del Western.
Así pues, Loveless sería una excepción dentro de un panorama comiquero donde es Europa quien enarbola la bandera de un género prestado y del que me atrevería a decir que su público no destaca precisamente por su juventud (qué queréis que os diga, no concibo a un niño disfrutando de la lectura de un Blueberry, por ejemplo). La observación no es gratuíta, como se verá a continuación.
Brian Azzarello, el guionista de Loveless, ya había hecho sus pinitos dentro del género con una obra menor a la par que mediocre, que salió editada bajo el sello Vertigo, propiedad de DC, y que recibió el título de El Diablo, cuyo dibujante, Daniel Zezejl, es, curiosamente, uno de los que toman parte (junto a Marcelo Frusin, con quien Brien ya trabajó en Hellblazer, o Werther Dell’Edera) en la serie que tenemos entre manos. Según Azzarello El Diablo «plantó las semillas» para esta Loveless, también publicada dentro de Vertigo.
Azzarello retoma una iconografía que acaso bebe más del Spaghetti que del Western más clásico para contar una historia que gira en torno a la Venganza (sí, así, con mayúsculas) y que se halla ambientada en la posguerra del conflicto civil que enfrentó a unionistas y confederados, el Norte y el Sur. Un Western salvaje, cruel, quizás más cercano a la realidad que la imagen mítica que nos ha hecho llegar su producción más clásica.
La acción tiene lugar en Blackwater, un pueblo del sur, donde el recuerdo de la derrota sigue todavía vivo, nutrido por las ignominiosas condiciones impuestas por los vencedores y la sangre vertida, un escenario donde además confluye un odio racial de amplio espectro que se encuentra en la misma base de la historia norteamericana. De hecho, parece que la intención del guionista era la de llevar a cabo una ambiciosa obra que tratara escabrosos temas en torno al carácter y nacimiento de una nación, la norteamericana, relacionándolos con la propia naturaleza humana, y que conllevaba el que la narración acabase en 1940. Los últimos tres números de la colección, que se encuentran fuera de la continuidad argumental y cronológica de la primera historia narrada en la serie, vendrían a avalar el fundamento del plan original de Azzarello. Desafortunadamente Loveless no tuvo éxito y acabó siendo cancelada en su número 24.
Loveless presenta una historia simple, llana, acorde al género, pero no por ello exenta de fuerza expresiva, igualmente en consonancia con la potencia que brinda el Western. Y Azzarello se muestra especialmente hábil en esta obra, donde la violencia, cruda, detenta un papel primordial, en la línea a la cual el guionista ya nos acostumbró con su serie 100 balas, hasta la fecha su obra más ambiciosa y que más fama le ha reportado. Respecto a otros cómics europeos que tienen también al Western como referente, Azzarello utiliza un lenguaje más directo, junto a una evidente reducción de los diálogos, así como un ritmo más dinámico, características con las que estará familiarizado el lector habitual de tebeo norteamericano actual y que no sería de extrañar pudieran atraer a un público más joven.
Una entretenida lectura, a ratos sorprendente, que no creo que deje indiferente a quien se atreva con ella, que a buen seguro convencerá, y con creces, a los fans del Eastwood de la trilogía del Dólar o Deadwood y que se puede disfrutar ahora en castellano con los tres tomos publicados por Planeta.

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Nocturno, el que camina con los muertos

junio 26, 2009 at 5:36 pm (La Cúpula, Romanticismo)

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Tony Sandoval, autor del excelente El cadáver y el sofá, ha visto recientemente publicado aquí el primer álbum de su serie Nocturno, que estará compuesta de dos volúmenes.
Nocturno se adapta a la forma de un cuento fantástico cuyas páginas despiden un aroma de marcado cariz romántico y que está protagonizado por Seck, un adolescente que, huyendo del hogar de un hermano de su fallecido padre, acaba refugiándose en la paz que le proporciona ser el cantante de un grupo de heavy metal, junto a Rojo, guitarra y amigo de toda la vida, y Karen, su amor. Desafortunadamente para Seck la dicha le durará poco, cuando las envidias desaten la cólera de una banda rival y aparezca su padre muerto para sumir su joven corazón en las llamas del odio y la violencia.

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Leer Nocturno, el que camina con los muertos y proceder a una valoración es harto difícil e injusto en tanto que sólo es el primero de los dos álbumes que compondrán la serie. Como muestra, un botón: El álbum finaliza de forma abrupta, hecho susceptible de descolocar a más de un lector. La historia, por tanto, queda colgada en un cliff-hanger cuya principal virtud pasaría a residir en el establecimiento de un nexo con la forma en que comienza el álbum.
Nocturno presenta una historia que de momento se entrevé simple y que se centra en la inocencia, el amor, la envidia, la venganza y la muerte, temas de evidente alcance universal. Sin embargo, la sencillez en la concepción del argumento se hace extensible a los diálogos, ocasionalmente poco afortunados, y al desarrollo y construcción de los personajes, con la probable excepción de Seck.
Aun así, este álbum posee una innegable fuerza expresiva, explicable en buena parte a la imaginería, hasta cierto punto deudora de Lovecraft,  y la narrativa que utiliza el autor:
Aquí, el espíritu del romanticismo salta a un primer plano nada más constatar la desbordante imaginación que subyace bajo algunas de las escenas con las que a buen seguro el lector podrá deleitarse cuando no alucinar directamente, y que adquieren su culmen cuando participan de la excelente narrativa, por momentos muy cinematográfica, que el autor demuestra poseer de forma sobrada.

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A este respecto no debe pasarse por alto el inconfundible estilo gráfico del autor, que aquí juega con el blanco y negro y el color, y que contribuye a lograr esa expresividad manifiesta que es, sin duda alguna, al menos en mi opinión, posiblemente el principal valor de un álbum del que espero pronto podamos ver publicada su continuación.

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Julius… ¿Caesar?

junio 16, 2009 at 2:06 pm (Oni Press, Planeta, Serie negra)

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Julius, Soltad a los perros de la guerra es una novela gráfica escrita por Antony Johnston y dibujada por Brett Weldele, publicada por Oni Press en los USA y editada aquí por Planeta deAgostini en 2005. Este cómic adapta la obra teatral de William Shakespeare, Julio César, sólo que convirtiendo al destacado líder político y militar de la República romana en un jefe de la mafia londinense.
El tebeo nos habla de los últimos días en la vida de Julius, asesinado por una conspiración orquestada por Cassidy, un destacado jefe de la mafia, que se verá ayudado entre otros por Brett, alter ego del Bruto histórico, hombre de confianza del primero, así como las repercusiones inmediatas que la muerte de tamaño líder comportan.
Como adaptación y a simple vista Julius respeta la estructura de la tragedia del célebre dramaturgo, así como buena parte de los personajes dramáticos que toman parte en un argumento donde están presentes varios de los temas de la obra de Shakespeare, tales como el honor, la ambición, la amistad, la venganza… Aquí el tema del «patriotismo», fundamental en la obra original (Bruto asesina a César en su interés por salvaguardar la República) se ve transformado en lealtad a “la Agencia” (la institución representada por la mafia). Lo cierto es que Johnston pone cuidado en diversos elementos, donde habría que destacar los diálogos, que remiten directamente a la obra que se encuentra en la base de lo que no deja de ser un tebeo de serie negra. Otro detalle que evidencia el interés del guionista por indicar que Julius encarna a Cayo Julio César es el plural mayestático que usa de forma habitual.
Ahora bien, ¿funciona bien Julius como cómic? Para empezar debe tenerse en cuenta que el tebeo tiene menos de 150 páginas a lo largo de las cuales aparecen e interactúan una veintena de personajes.El formato es pequeño, de tres o cuatro viñetas por página. En resumidas cuentas, todo un desafío para el equipo artístico.
Dicho esto, en la parte positiva debe reconocerse que el tebeo se lee de forma fluida. En la negativa, sin embargo, a veces se echa en falta una caracterización más detallada, aspecto que también afecta al aspecto gráfico ya que el estilo de Weldele se ciñe a una simplicidad funcional que exige del lector un esfuerzo por identificar nimios detalles descriptivos que le permitan diferenciar a unos personajes de otros ya que todos ellos gustan de vestir de Armani. Esta circunstancia también afecta al escenario en el que acontece la acción, un Londres que bien podría ser Los Angeles o París. Por otro lado, la plasmación en cómic de la obra teatral de Shakespeare contiene ideas originales que desafortunadamente no son explotadas como quizás debieran haberlo sido (el hecho de que Julius sea negro es una de ellas).
Un tebeo personal, difícil de llevar a cabo y entretenido, que aunque no llegue a satisfacer las expectativas que un lector podría albergar de conocer su fuente de inspiración sí que puede que contente al fan de thriller de serie negra.

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Wet Moon (TPBs I-IV)

junio 15, 2009 at 8:01 pm (Oni Press, Uncategorized)

La mejor manera de describir esta serie de Oni Press que firma Ross Campbell es usando el siguiente calificativo: atípica. Y en tanto que tal, bastante interesante.
Pero vayamos por partes.

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Wet Moon es un soap opera protagonizado por jóvenes cuyas pautas de comportamiento no difieren especialmente de aquellas propias de la adolescencia y que recibe el nombre de la población norteamericana (ficticia) donde acontece la acción. Aun así, creo curioso apuntar aquí que Wet moon también es el nombre que recibe una fase lunar cuyo origen hay que buscar en la mitología hawaiana; fase que todo sea dicho de paso también responde al nombre de Cheshire moon, término que invita a dejarse llevar por el ensueño.
Wet Moon tiene un amplio elenco de personajes cuyas vidas se cruzan en un sentido u otro, si bien podría decirse que de entre todos ellos destaca uno en especial, Cleo Lovedrop, que vendría a detentar una posición central dentro del esquema general de relaciones personales que refleja la serie.
A primera vista lo que más llama la atención de los personajes de Wet Moon es su aspecto. ¿Y qué mejor forma que describirlo que con imágenes?


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Cleo junto a Meiko (aquí hasta los gatos tienen mucho que decir)
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Mara
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Sin duda alguna Myrtle tiene algo en mente
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Malady, con ánimo de rockanrolear
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Audrey desearía que hubiera más referentes de mujeres negras-negras en los medios
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Trilby no puede ocultar su status freaky
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No, no es la escena de un crimen. Es Zia, en plena sesión fotográfica
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Fall es un buen ejemplo del concepto yanki white trash

En Wet Moon las féminas, como habréis reparado, tienen un peso especial, por mucho que ellos también estén presentes. Y sí, me imagino que os habréis dado cuenta de que no acaban de adaptarse al canon de mujer que suele ser habitual encontrar en la mayor parte de la producción comiquera yanqui, que como sabéis está constituida por los tebeos de superhéroes, género al que, por extraño que parezca, se hacen bastantes guiños en la serie.
Pero quiero que prestéis atención al aspecto que exhiben buena parte de los personajes presentados. Sin duda alguna este punto es el que inmediatamente llama la atención del lector con tan sólo pasar las páginas del primer TPB, Feeble Wanderings, y a partir del mismo éste se hace una idea de la forma de ser del personaje de turno. Lo mismo les pasa a aquellos personajes cuando entran en contacto por primera vez con un recién llegado o un desconocido. ¿Acaso no asociamos determinadas características a un objeto, en este caso una persona, en función de su aspecto? ¿Y en función de qué? Aquí entraría en juego el cliché y/o el prejuicio.
Esta reflexión es importante llegados a este punto porque actúa en connivencia con otra idea, la de la máscara: Nos escondemos detrás de máscaras creadas por nosotros mismos, observación que aquí, además, entra en estrecha relación con el tema de la adolescencia, etapa decisiva en la formación personal del individuo y que a menudo se caracteriza por un fuerte sentimiento de inseguridad ligado al desconcierto provocado por toda esa caterva de cambios, de diversa naturaleza, que vienen a sacudirle. El origen de esa inseguridad a veces reside en una insatisfacción con nuestro propio físico. En otras ocasiones la importancia otorgada a ser aceptados por el círculo de iguales/amigos, que en esta etapa sustituye el protagonismo hasta entonces detentado por las figuras familiares, lleva a la adopción de determinadas pautas de comportamiento que tienden a enmascarar la auténtica naturaleza personal del individuo.

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La conclusión que extraemos es que los personajes de Wet Moon transmiten al lector una impresión inicial que evoluciona con el transcurso de la serie. La verdadera naturaleza de dichos personajes paulatinamente se materializa a los ojos de aquél. El lector se convierte en un espectador oculto que tiene acceso a la inviolable intimidad de los pensamientos del personaje, plasmados en extractos de diarios personales cuya inserción en la obra interrumpe la fluidez narrativa de las viñetas, y así accede a la auténtica forma de ser de éste, que ocasionalmente está en abierta contradicción con la imagen que de él se tenía desde el principio. Y bajo esa máscara a menudo se descubre, quizás con sorpresa, una realidad mucho más anodina y «normal» de lo que pudiera haberse pensado a poco de iniciar la lectura.

Abría este post hablando de lo atípico de la serie. Sigamos con ello.
Uno de los aspectos más importantes de Wet Moon es lo que me gusta definir como Lo Extraño.
¿Qué és «Lo Extraño»? Quizás un subnivel de la realidad , que participa de lo fantástico y que de tanto en tanto irrumpe, teniendo como consecuencia más evidente inquietar al lector, espolear su curiosidad y llevarle a formular muchas preguntas. Con otras palabras podríamos decir que acontece de improviso un suceso extraño, quizás surrealista, que entra en conflicto con la cotidianeidad materialista propia del soap opera.
Este planteamiento me recuerda a la serie televisiva Twin Peaks. Aparte de la correspondencia que existe entre ambas historias en lo que se refiere a la inclusión de lo fantástico en un entorno real estructurado en base a relaciones interpersonales, también pueden observarse similitudes en cuanto a temas, pesonajes y ambientación. Como no quiero spoilear la historia me ceñiré a citar algunos ejemplos «inofensivos»:
En Twin Peaks se ha producido un asesinato envuelto en extrañas (extrañísimas) circunstancias. En Wet Moon no se ha dado ninguna muerte similar (todavía), si bien sí que han desaparecido algunas personas. Por otro lado, la pintoresca galería de personajes que habitaba Twin Peaks puede reflejarse en Wet Moon en un supuesto agente del FBI que merodea la población con un mono colgado de su hombro. Finalmente parte de la acción en Twin Peaks tiene lugar en sus frondosos bosques, mientras que Wet Moon cuenta con un Forest of Doom (por no hablar de sus pantanos). Así pues no es de extrañar que dos personajes de esta serie acaben entablando una conversación donde aparezcan tanto Twin Peaks como el agente Cooper.
Así, la historia de Wet Moon se nutre no sólo de relaciones interpersonales, sino de unos misterios cuyo secretismo invita a dejarse llevar por el ensueño y la imaginación: Hay otros mundos… pero están en éste (Paul Éluard)

Pero Wet Moon es un cómic atípico por más razones:
Hablar de adolescencia, aunque como en este caso sea tardía, implica hablar de sexo, y en pocos tebeos yankis había leído sobre este tema de forma tan desinhibida y desnuda de prejuicios y/o clichés.
En Wet Moon asistimos al desconcierto que la adolescencia puede acarrear en lo que respecta a la identidad sexual del individuo, que ha de ponerse en relación con un enfoque de la homosexualidad posiblemente más cercano a la realidad que la aproximación más habitual que tanto éste como otros medios han realizado del tema.
Por otro lado, la serie toca el concepto de la nueva carne, entendiéndose como tal una expresión estética basada en la transformación o metamorfosis del cuerpo humano, y que han tratado autores como Clive Barker, David Cronenberg o Charles Burns (en literatura, cine y cómic respectivamente). La importancia otorgada al piercing sería sintomática, así como la inclusión de un personaje (Fern) que ejemplifica la dicotomía entre una voluntad por controlar su propio cuerpo enfrentada a la impotencia con que se enfrenta a una malformación corporal.
fern
Significativa es, igualmente, la importancia que merece a este respecto el tema de la identidad. Con todo parece que el tema interesa al autor, ya que queda un poco más claro quizás en otra de sus obras, Water Baby, la historia de una chica que se dedica al surf y que pierde una pierna al ser atacada por un tiburón, mutilación que podríamos poner en relación con la sufrida por uno de los personajes de Wet Moon, Zia, que perdió su brazo izquierdo en un accidente de tráfico (¿estamos acaso ante un guiño a «Crash», película dirigida por David Cronenberg basada a su vez en una novela de Ballard?).

Ross Campbell es el autor completo de Wet Moon. A él debemos un dibujo que se debate entre el realismo y la influencia del manga (que se hace más evidente a partir del tercer volumen cuando Cleo ve sus ojos aumentados sustancialmente), con ciertos fondos verdaderamente trabajados donde el detallismo a veces no hace sino darnos indicios de tramas que atañen a algún que otro personaje. De igual manera se tiene que destacar el cuidado puesto en la caracterización de los personajes.

Por lo que respecta al aspecto narrativo podría decirse a nivel general que la lectura es fluida,si bien la inserción sistemática de fragmentos del diario personal de Cleo (cuya caligrafía no es que digamos fácil de entender) y la inclusión de «capturas de pantalla» de los blogs de Mara o Audrey actúa claramente en perjuicio del ritmo. La norma es la linealidad, aunque a veces Campbell se permite algún flashback al servicio del guión que le reporta muy buenos resultados, que también puede aplicarse a las escenas donde se utiliza el silencio como recurso narrativo.

Finalmente creo necesario mencionar la complicidad que Campbell establece entre los personajes que pueblan Wet Moon y el potencial lector de la obra. Ésto lo consigue de múltiples maneras: permitiendo que el lector acceda a la intimidad de los personajes, sirviéndose del humor en escenas delirantes, apelando a una cultura susceptible de ser compartida y constituida por constantes referencias al cine, la música y, por supuesto, el cómic.

Ya para acabar, una pequeña reflexión: ¿Veremos un final de Wet Moon que satisfaga al lector? Porque a lo largo de las setecientas y pico páginas que hemos leído se han planteado varios misterios que parece que distan de ser explicados en breve, por mucho que la historia avance. ¿Acaso no estará Campbell alargando una historia que ha demostrado ser la que mejor suerte ha merecido del conjunto de su obra como artista? Quizás el quinto volumen, anunciado este mes en el catálogo americano del Previews, sirva para proporcionar alguna pista que nos permita contestar estas preguntas.

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¿Te has quedado con ganas de saber más?
Wet Moon, otra reseña a cargo de Werewolfie en su muy recomendable blog.
The Abandoned, reseña del cómic de zombies y nenas guerreras de Campbell.
– Página oficial de Ross Campbell (con links a entrevistas y un largo etcétera).

– Wet Moon es una serie originalmente publicada por Oni Press. Aquí está siendo publicada por la editorial Norma (hasta la fecha están disponibles los tres primeros tomos).

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Maiwai (completa)

May 21, 2009 at 10:44 pm (Glenat, Manga, Seinen)

maiwai

Hace un tiempo comenté por aquí los dos primeros volúmenes de Maiwai, una serie manga de Minetaro Mochizuki (Dragon Head, La mujer de la habitación oscura). Tras varios meses la colección ha finalizado en su tomo once.
Maiwai constituye un aparentemente sorprendente hito evolutivo para un autor que se hizo famoso con cómics enmarcables dentro del género de terror (el oneshot La mujer de la habitación oscura es un excelente ejemplo de ello, que podría encuadrarse dentro de la corriente que ha popularizado el cine japonés de los últimos tiempos) o en el horror psicológico (Dragon Head). Sin embargo obras como las mencionadas no nos deben llevar a engaño, ya que Mochizuki priorizó contenidos humorísticos y dramáticos en los comienzos de su carrera como mangaka, de forma que Maiwai debería ser percibida como una especie de vuelta a sus orígenes.
En aquella reseña ya os presenté la premisa argumental de la serie, centrada en torno a una estudiante de instituto llamada Funako Yamato que se embarca, siguiendo la estela trazada por su abuelo, un conocido pescador local, en una aventura marítima que la conducirá hasta un mítico tesoro pirata que alberga una recóndita isla que aparece en diversas leyendas pertenecientes a las gentes de mar, un viaje singular, trepidante e iniciático, aspecto éste último ligado a los cambios y lecciones que Funako experimenta y aprende a lo largo de un tránsito vital que le conduce desde la adolescencia a la madurez, y todo ello en el breve periodo de tiempo que suponen unas vacaciones de verano.

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Maiwai es aventura en estado puro y un alegato feroz en torno a la libertad que trasciende una envoltura de comedia ligera de y para adolescentes. Una voluntad, la del autor,  que apuntando al hecho de que el individuo es capaz, en algunas ocasiones, de obrar  en contra de un sistema establecido por el simple hecho de querer hacer realidad sus sueños (conducta que dicho sistema no duda en reprobar y sancionar), se configura como un mensaje sucinto en la historia que nos cuenta, y cuya inclusión en una obra , que por mucho que se la haya clasificado de seinen posee multitud de características que la relacionan más directamente con el shonen, no hace sino sorprenderme. En esta línea no es de extrañar el protagonismo concedido a la piratería y al pirata, figura que Mochizuki adapta al actual zeitgeist en una hábil maniobra detrás de la cual se adivina una concienzuda investigación por mucho que el resultado final guarde similitudes con productos superficiales con los que estamos harto familiarizados hoy en día.

maiwai4.Con piratas como éste a uno se le ponen los pelos de punta

Pero Maiwai es un cúmulo de referencias culturales de primer orden donde se ven reflejados tanto los mal llamados grandes clásicos “juveniles” como “La isla del tesoro” o “Moby Dick”, como elementos cosustanciales a populares géneros (o subgéneros) de manga. A este respecto me gusta ver a Funako como un alter ego de la protagonista de “Cinturó negre” de Naoki Urasawa, cuya caracterización se vería complementada con una pizca de erotismo muy nipón que se da junto a un marcado tono humorístico.
Podría hablaros del excelente dibujo de Mochizuki. De cómo combina un estilo que a menudo evidencia su marcada naturaleza clásica que remite a los grandes padres del manga con un preciosismo descriptivo más acorde a lo que en principio podría atraer más al lector actual. O de su impecable narrativa.
Podría aludir a todas esas impresiones sensoriales que despertó en mí la contemplación de algunas de sus viñetas y de las que ya creo haber comentado algo en su momento
Pero todo ésto y probablemente mucho más queda eclipsado ante lo que para mí es un hecho indiscutible. Maiwai es un cómic de aventuras para todos los públicos. Y he de reconocer que bastante divertido. Un soplo de frescura para los tiempos que corren  cuyo tono no puedo sino poner casi al mismo nivel que la producción de un (otro) gigante como es Hayao Miyazaki.

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El cómic de la polémica: Passafronteres (2) a l’Orient Mitjà

May 18, 2009 at 4:53 pm (Uncategorized) (, )

passafronteres

Los hechos:

1) El cómic. Passafronteres a l’Orient Mitjà. Felipe Hernández al guión y Tomeu Morey al dibujo. Dirección, producción y realización a cargo de inrevés. Edita la Conselleria d’Afers Socials, Promoció i Immigració, concretamente la Agencia de Cooperación Internacional de les Illes Balears. 2009. Distribución gratuíta por los centros de secundaria.

2) La polémica: El Mundo arrancaba hace un mes con este titular:
El Govern gasta 300.000 euros en un cómic para promover la causa palestina.
Varios medios se hicieron eco de dicha noticia. Unos simplemente difundieron la información proporcionada por el periódico, mientras que otros procedieron a desmentirla y/o matizarla, al tiempo que exponían un seguimiento de la cadena de acontecimientos que dicho cómic parecía haber puesto en movimiento, incluída la implicación de la embajada israelí en Madrid, que llegó a reclamar al gobierno autonómico tanto el cómic como la información relativa al mismo.
Pero la cosa no se quedó aquí, sino que el 1 de mayo los USA tomaban cartas en el asunto con una misiva firmada por varios congresistas, tanto demócratas como republicanos, que llegaba a tachar a dicho cómic de «antisemita».

La reseña (una más y poco ortodoxa):

Después de leer con un poco más de atención de lo habitual por aquello de tratar de averiguar qué podía haber de cierto en las críticas vertidas por diversos medios en relación tanto al presunto mensaje pro-palestino del cómic como a su igualmente presunta naturaleza «antisemita» no puedo sino reconocer un patente estado de desconcierto que me lleva a preguntarme si este tebeo que tengo entre manos es el mismo que ha sido objeto de la polémica. De hecho ahora mismo sólo se me ocurren dos posibilidades:
a) estas personas no se han leído el cómic.
b) la habilidad de comprender un texto (en este caso, un tebeo) por parte de estas personas deja bastante que desear.
Porque el tebeo expone una situación básicamente política y social desde una perspectiva que, puestos a describirla de alguna manera la mejor que se ocurre ahora es aséptica, simplista (muy a lo Wikipedia, que es lo que parece que se lleva ahora entre los chavales y chavalas que estudian ESO y Bachillerato) y un tanto cándida.
En tanto que aséptica los autores no se mojan (la norma exigible a cualquier producto subvencionado por el poder), simplemente exponen lo que a grandes rasgos sucede en el área del conflicto, llevando a cabo una breve síntesis de su origen histórico. Una puesta en situación y un trasfondo que acaba atribuyéndose el protagonismo indiscutible del cómic por encima de las acciones individuales llevadas a cabo por los presuntos protagonistas del mismo, unos jóvenes que trabajan para una ONG que trata paliar la difícil situación de la población civil, la gran perjudicada por el conflicto armado.
Así pues el discurso parte de la doble perspectiva de las dos partes implicadas, y muy especialmente de la clase civil que padece una situación difícil resultante del conflicto político. Con un panorama como el que presenta el cómic puede inferirse que cualquiera de las acusaciones vertidas por ciertos medios no puede sino deberse a políticas de partido o intereses personales.
El problema del cómic habría que buscarlo en el enorme peso que recae en el trasfondo, que eclipsa un argumento que me atrevería a decir que brilla por ausencia. En efecto, el viaje de los jóvenes cooperantes es una mera excusa para hablar del conflicto. Apenas se dilucida un conato de relación personal entre dos de ellos, la excepción que confirma la regla y que suena a «Bien, algo tendremos que poner para que no parezca que sólo hablamos de la situación política y social, no?».
Por lo que respecta al aspecto gráfico está en consonancia con la concepción de la obra: Funcional y un tanto insulso.
Pero por encima de todo me gustaría decir que tengo serias dudas sobre la utilidad de esta obra. ¿Podemos como docentes transmitir el hábito de la lectura con un tebeo donde el ritmo se halla entorpecido por la inclusión de numerosos y farragosos textos de apoyo? ¿Donde los protagonistas son absolutamente planos, de forma que la identificación con los mismos puede hacerse harto difícil? ¿Cuya lectura es tremendamente aburrida?

Finalmente una pregunta, a quien pueda responderme. Si se supone que el cómic está dirigido a los institutos.. ¿por qué también se encuentra a la venta? ¿No se había subvencionado con dinero público? Si no véase aquí y aquí

Más gente que ha hablado (de forma más profesional)de Passafronteres 2.

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Shade el hombre cambiante, de Peter Milligan

May 1, 2009 at 4:11 pm (DC, Planeta, Vertigo)

Hablar de Shade el hombre cambiante no es fácil, así que iré por partes.

Se trata de una serie perteneciente al sello Vértigo de DC Comics, basada en un personaje creado por Steve Ditko y adaptado para ésta por Peter Milligan, autor británico que se mantuvo encargado del guión a lo largo de los setenta números que vieron la luz antes de que la serie fuera cancelada. En el apartado gráfico muchos fueron los artistas que pasaron por sus páginas, siendo posiblemente el más destacado de ellos Chris Bachalo.Publicada entre 1990 y 1996 en Yankilandia, en nuestro país Planeta ha acabado por editarla de forma íntegra en 17 tomos, todavía disponibles.

Shade nació en plena época dorada del sello Vertigo, conviviendo junto a series que le arrebataron gran parte de la atención del fandom; series como Sandman, de Neil Gaiman o Preacher, de Garth Ennis. Curiosamente en nuestro país ha sucedido algo paralelo, ya que mientras que Sandman o Predicador eran publicadas por entero e incluso gozaban de varias ediciones, Shade sólo merecía dos prestigios Zinco hasta su relativamente reciente edición íntegra a cargo de Planeta. ¿Puede explicarse esta desigual atención por parte de editores y aficionados? Quizás su premisa argumental aporte información al respecto:

Shade es un joven poeta romántico que es enviado a la Tierra para poner freno a una oleada de locura que amenaza no sólo a este planeta sino también a la dimensión de donde nuestro protagonista proviene, llamada Meta. Para llevar a cabo su arriesgada misión, Shade cuenta con un chaleco de locura con el que puede moldear la realidad a su antojo.
Desafortunadamente las cosas no le resultarán fáciles. Su cuerpo físico muere al poco de caer en una dimensión intermedia entre Meta y la Tierra, llamada el Área de Locura, y por lo que respecta a su mente ésta va a parar al cuerpo de un asesino, Roy Drezner, recientemente ejecutado en la silla eléctrica por haber asesinado a sangre fría a los padres de Kathy, una joven de la que Shade acaba enamorándose y cuyas facultades mentales están seriamente perturbadas desde el día que descubrió los cadáveres de sus padres y presenció cómo su novio afroamericano era abatido por la policía en un malentendido donde el racismo sureño tuvo buena parte de culpa.


Sí, en efecto. Rocambolesco. Surrealista.
Pero no os dejéis llevar a engaño. Aunque la locura, la irracionalidad y un discurso surrelista ocupan siempre un primer plano en la vida cotidiana de Shade, la serie trata fundamentalmente de un tema que obsesiona a Milligan especialmente y que no es otro que el de la identidad personal. ¿Quiénes somos? ¿Cómo definirnos? ¿Llegamos realmente a conocernos? ¿Cómo nos afecta el cambio?
A pesar de que la Shade presenta unos orígenes que residen en el género superheroico es en manos de Milligan cuando la serie cederá un protagonismo indiscutible a la definición y la caracterización de los personajes, características éstas quienes se constituyen como las responsables de articular las distintas líneas argumentales. Y es que Shade el hombre cambiante es una serie de Personajes. Sí, con mayúscula.
Aquí Shade es el centro indiscutible. Y lo de «cambiante» no es gratuito, ni mucho menos, ya que el protagonista se encuentra en un constante desarrollo psicológico y personal que se concreta en diversas manifestaciones que conllevan transformaciones de índole física explicables por sus aptitudes a la hora de modificar la realidad. Cinco serán los Shades que veremos pasar por las páginas de la serie y que necesariamente confieren a la historia un dinamismo inusual respecto a otras colecciones adscribibles al sello Vertigo.


Sin embargo no sólo Shade atrae el interés del lector ocasional. De hecho en más de una ocasión Milligan hace todo lo posible por que sintamos antipatía e incluso repulsión por los actos del personaje, en consonancia con sus cambios de personalidad. Pero ahí es donde entran los secundarios que acompañan a Shade en su búsqueda particular, referida a la comprensión de la naturaleza de la locura. Y son los personajes secundarios quienes, aun en la extrañeza que se supone a cualquiera con la valentía o la inconsciencia de hollar los desconocidos senderos por los que transita nuestro protagonista, acaban por ganarse un lugar en nuestros corazones, ya que es en ellos donde quizás el lector tiene más fácil sentirse identificado en tanto que sus problemas son los que éste ha tenido, tiene o espera tener algún día. En esta galería de personajes estaría Kathy, de la que ya he hablado un poco más arriba; Lenny, una joven bohemia, bisexual, amoral y con un gran ingenio; Shimmy, un joven que se define a sí mismo como una obra de arte viviente; Pandora, quien parece personificar al personaje mitológico sólo que adaptándolo a la realidad norteamericana de los noventa; y otros varios de los que prefiero no hablar a fin de no espoilearos la historia.

John Constantine apareció en la serie (Milligan no podía ocultar su interés por un personaje y una serie que actualmente guioniza en los USA)

Bien, sigamos con el amplio espectro temático que intenta abarcar la serie.
Para empezar y como telón de fondo tenemos a la Norteamérica de principios de los noventa. Con ella, la iconografía al uso, donde la carretera detenta un papel importante unido a la idea de libertad. Todavía se perciben trazas del espíritu fronterizo del XIX. El Sueño Americano ahogado en sangre y corrupción.
Ya hemos calentado motores.
Descendamos al hombre. La personalidad y sus elementos constitutivos. El yo y los otros. Lo extraño. La moral. La amistad. El sexo. La violencia. Conflicto entre lo racional y lo irracional. La imaginación. La creatividad. El Arte y el artista. La vida y la muerte. Ciclos vitales: infancia, adolescencia, madurez, vejez.

¿Algo más? Seguro que sí. Con todo ésto me gustaría que os hiciérais una idea de la complejidad temática que presenta la obra. No es mero entretenimiento. No es simple evasión. Primero requiere que el lector se esfuerce en entrar en el juego de Milligan, que se deje arrastrar por el envoltorio y la dinámica surrealistas de la historia. Una vez aquel se sumerje en la corriente de locura, la misma que lleva al protagonista a ignotas regiones del inconsciente colectivo, todo es cuesta abajo, si bien continuamente el lector caerá en reflexiones en torno a algunos temas cuya sola presencia ya es digna de mención en la medida de que no suele ser habitual incluso en obras dirigidas a un público más adulto como fueron y son las englobadas en el sello Vertigo.

Con ésto no quiero decir que sea difícil leer Shade. Puede costar un poquito al principio, pero incluso en la más rocambolesca de las tramas Milligan pone de su parte al final de cada una para explicarnos de qué iba todo en realidad. Este hecho junto a que constantemente nos recuerdan los cambios recientes por los que han pasado los distintos personajes hacen que la serie sea accesible.

Setenta números pueden parecer muchos (de hecho lo son), y ha de reconocerse que la serie no consigue mantener la atención del lector de forma constante. El ritmo es excelente hasta el número cincuenta, para a continuación decaer y, en los últimos números volver a remontar. ¿A qué puede deberse el bajón? Parece que aquí Milligan, aun introduciendo personajes sin los cuales no se podría entender una parte sustancial del personaje principal y de la historia en general, alargó subtramas apenas relevantes para el conjunto, estirando una premisa básica que hasta el momento había funcionado muy bien. En pocas palabras, empezamos a encontrarnos con paja. Y no es hasta los últimos números cuando el guionista decide plasmar sobre el papel un desenlace que bien pudiera tener esbozado desde el principio. Un final no especialmente original, pequeño de acorde al enfoque humano que prima en esta última etapa de la colección pero que, todo sea dicho de paso, le deja al lector una buena sensación.


Pasemos al apartado gráfico.
Chris Bachalo es, sin lugar a dudas, el artista a mencionar entre todos los que pasaron por las páginas de la serie. Primero porque es quien lleva a cabo un trabajo más efectivo, segundo porque es uno de los que más tiempo permaneció en la colección, y en tercer lugar porque poco tiene que ver lo que hizo para Shade con las obras que desarrollaría después. Contra su barroquismo actual Chris se muestra contenido en esta serie y, lo que es más importante, narra con bastante acierto, una habilidad que en algún momento posterior de su carrera, desafortunadamente, perdió.
Pero dejando de lado a Bachalo, uno de los puntos flacos con los que cuenta Shade es, precisamente, los lápices y/o las tintas. Algunos de sus dibujantes y entintadores, especialmente a partir de los números siguientes al cincuenta, perpetraron un trabajo que a menudo lleva al lector a preguntarse cómo se habría visto la serie de haberla encargado a otros artistas.
Mención aparte merecen las excepcionales portadas de Shade, ilustradas por autores como Brendan McCarthy, Jamie Hewlett o Duncan Fegredo.

Con todo Shade es una obra interesante y original, posiblemente una de las mejores de su guionista, Peter Milligan.

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